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VIVIMOS LA SENSACIÓN TARAHUMARA DE CHIHUAHUA

Este verano, nos tomamos un tiempo para comprobar por qué a Chihuahua recurrentemente se le nombra como uno de los mejores productos turísticos que tenemos en nuestro país. ¡Y no nos quedó mal! Realmente fue un viaje memorable, lleno de aventura y paisajes.

Hotel Mirador en Barrancas del Cobre

Aquí te compartiremos los puntos más destacados para elegirla para unas vacaciones completas y disfrutables, y de paso aclararemos algunas percepciones equivocadas que son frecuentes en los viajeros.

El circuito que elegimos fue el llamado “Sensación Tarahumara” de 5 días, uno de los 15 recorridos que ofrece Travel Shop en Chihuahua y que, según su director Miguel Galicia, este nos iba a encantar y se adaptaba justo a lo que buscábamos, una combinación entre experiencias, pueblos y mucha aventura, en plan familiar.

Volar es muy fácil a la ciudad de Chihuahua con los 2 vuelos directos que ofrece Viva Aerobús desde Monterrey. Llegando al aeropuerto CUU, nos recogió nuestro guía Don Manuel, quien estuvo con nosotros los primeros 3 días, de esos talentosos que hacen que un viaje se disfrute y se aprenda al doble. 

La elección de los hoteles se la dejamos a los expertos y les puedo decir que de los 4 diferentes hoteles que usamos, no fallaron en ninguno. 

En la ciudad de Chihuahua, nos hospedamos en el Courtyard by Marriott de Distrito Uno, la zona más moderna y vibrante. El primer día nos enfocamos a recorrer los principales atractivos como lo son la catedral, la Quinta Gameros –ahora llamada Centro Cultural Universitario–, la Casa de Pancho Villa –ahora Museo de la Revolución– y el Palacio de Gobierno con sus impresionantes murales que cuentan mucha historia como el hecho de que fue ahí donde fusilaron a Miguel Hidalgo, el Padre de la independencia. 

Casa de Pancho Villa (izq.) y Quinta Gameros (der.)

Terminamos en una noche de festejo, en el restaurante La Calesa del Distrito Uno, que refleja lo sofisticado en lo que se ha convertido esta moderna y próspera capital norteña.

En el segundo día, la cómoda transportación privada nos llevaría vía terrestre a Creel, durante 3 horas y media. La carretera es muy buena y panorámica, atravesando por enormes huertos de manzana en ciudad Cuauhtémoc, el famoso pueblo menonita, donde vale la pena hacer una escala para aprender sobre su cultura y forma de vida tan tradicional, y de pasada, por supuesto probar deliciosos quesos.

¡Llegamos a Creel! Un lugar al que pareciera que le invirtieron millones en decoración de paisajismo, como en California. Hermosa pradera con su río, entre verdes cerros, rebaños y dramáticas formaciones rocosas. Creel puede ser un destino de viaje por si mismo.

De ahí nos fuimos directo a una caminata para conocer la Cascada de Cusárare. El trayecto de media hora a pie se disfruta entre pinos, puentes colgantes hasta llegar a la cascada que sin duda quita el aliento con el poder de su caída. Ahí es el lugar para las sesiones fotográficas y tienen estratégicos miradores para lograr la toma perfecta.

Cascada de Cusárare (izq.) y el Valle de los Hongos y de las Ranas (der.)

En Creel no puedes perderte visitar el Lago Arareco y por supuesto el recorrido por el Valle de los Hongos y de las Ranas. Nosotros tuvimos oportunidad de hacerlo en cuatrimotos lo que le pone más emoción, llegando además a la Misión de San Ignacio de Arareco, que pareciera un escenario de película.

The Lodge at Creel

Llegamos al hotel The Lodge at Creel, nos sorprendió por sus instalaciones y servicios con habitaciones estilo campestre con todas las comodidades. Su lobby y salones tienen ese toque de un lodge de cazador y tienen un restaurante de diverso menú, con excelentes pizzas al horno de leña y hacen ahí su propia cerveza artesanal.

Además, comimos en una verdadera casa de la comunidad indígena rarámuri (Tarahumaras) junto al Lago Arareco cerca de Creel. Ahí nos recibió Maribel, quien nos preparó tortillas de maíz azul con queso menonita y deliciosos guisos frescos. Esta experiencia se puede contratar como uno de los programas opcionales que ofrece TravelShop.

El tercer día tomamos carretera hasta Barrancas. Se acerca el momento de abordar el tren, pero antes, disfrutemos de este pueblo que nos presenta por primera vez la impactante vista de las Barrancas del Cobre. 

Y para literalmente meternos al cañón, nos fuimos al Parque de Aventura Barrancas, un complejo que ofrece actividades extremas, donde también se ubica el teleférico que se adentra a las barrancas por 3 kilómetros, un trayecto de vistas simplemente impresionantes.

Ahí ofrecen 4 aventuras de diferentes tipos, todas con su carga de adrenalina y eso sí, la seguridad ante todo. Punto importante a destacar: el nivel de instalación es literalmente de primer mundo, siendo empresas especialistas europeas las encargadas de su diseño, instalación y mantenimiento.

La aventura que nosotros elegimos fue el circuito de 7 tirolesas, aterrizando en diferentes puntos de las barrancas y además atravesando 2 puentes colgantes a más de 350 metros de altura. La tirolesa más corta es de 141 metros y la más larga que es de 1.1 kilómetros ¡Una locura impresionante! 

Por el tipo de actividad, sí debes tener resistencia a las alturas y gusto por la adrenalina, además hay ciertas restricciones de peso mínimo y máximo. Entre las tirolesas se hacen ligeras caminatas por caminos rocosos y cada parte es digna del video para Instagram.

Si quieres darte el gusto de saber qué se siente, pero no estás dispuesto a esforzarte tanto, puedes tomar la opción del ZipRider, en el que vas cómodamente sentado colgado y es un solo trayecto de 2.5 kilómetros de largo.

Esa tarde nos trasladamos al Hotel Mirador, que posee la vista más impresionante no solo del destino, sino quizá de cualquier hotel del país. Y para relajarnos después de la adrenalina, el hotel ofrece una cata de 5 etiquetas de vinos del Valle de Cerocahui. Y más tarde, cena de exquisita gastronomía ya incluida en el hospedaje.

EL TREN  CHEPE EXPRESS

En el cuarto día del recorrido, salimos muy temprano hacia la estación de tren Divisadero. Llegó el momento de abordar el famoso tren, el Chepe Express. Es muy frecuente pensar que un recorrido por la Sierra Tarahumara todo el tiempo estaremos en el tren y que pueda ser un viaje tedioso, o se cree que se pernocta en el tren, pero te lo confirmamos: El tren no viaja de noche, no tiene camarotes, y no, no es aburrido. En nuestro circuito de 5 días solo tomamos un trayecto de tren de 6 horas y créanme que se pasa volando, entre tanta actividad, fotos, con el buen ambiente de amistad que se hace en los vagones de restaurante y bar, un guía que describe los lugares que se van pasando y animando el ambiente, es un trayecto de disfrute total. 

Se ofrecen 3 clases cada una con diferente precio. Muy recomendable tomar la opción de primera clase ya que sus asientos son muy cómodos y tienen mesas amplias, además que puedes ir en el vagón-bar atrás del tren, donde se disfrutan las mejores vistas del trayecto por las barrancas, túneles, puentes y pueblos de montaña.

Ya en Sinaloa, el tren hace paradas en El Fuerte o hasta Los Mochis. Nosotros nos bajamos en El Fuerte donde pasaríamos la última noche de este recorrido. Ahí hicimos una caminata guiada por este Pueblo Mágico para conocer sus casas coloniales, iglesia, palacio Municipal y por supuesto el Museo El Fuerte, que cuenta la historia de la fusión cultural entre indígenas y españoles.

Hotel Posada del Hidalgo

Otro gran acierto en este destino fue hospedarnos en el Hotel Posada del Hidalgo, una antigua casona colonial que tiene la peculiaridad que es donde supuestamente nació El Zorro –el legendario personaje que inspiró las películas– y hacen noches temáticas con el personaje. Se ubica a pasos de la plaza principal y tiene un sabor auténtico e instalaciones completas.